La palabra integridad proviene del latín integritas (totalidad, entero) y deriva del adjetivo integer (intacto, entero, no alcanzado por un mal). Se refiere, por tanto, a que no carece de ninguna de sus partes y a una persona recta, proba, intachable (Real Academia Española).
La integridad, por tanto, es un concepto indeterminado que supone actuar de forma coherente con los principios, valores y creencias que uno afirma sostener.